¿Educación nutricional o desinformación?
- Lini Alvarez
- 19 may
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 23 may
La complejidad que la publicidad tradicional ignora.
En nutrición, muchas campañas publicitarias aún se enfocan en contar calorías o resaltar un solo nutriente como forma de “educar” sobre alimentación.

Imágenes como la que acompaña este post me llegan constantemente, usadas como parte de promociones de servicios que comparan alimentos únicamente por su valor calórico o por un nutriente en particular. Sí, llaman la atención. Conectan rápido con la preocupación común: el número en el plato o el poder aislado de ciertos nutrientes. Pero, ¿es realmente ético y efectivo este enfoque?
La alimentación es mucho más compleja y profunda que un simple cálculo energético. Contar calorías puede generar ansiedad, confusión, aumenta la desinformación nutricional y genera un enfoque rígido que no fomenta un bienestar real ni hábitos sostenibles a largo plazo.
Estas campañas, muchas veces bienintencionadas, se apoyan en la moda de la obsesión calórica para captar atención inmediata del público, promoviendo, sin quererlo, trastornos alimentarios y demostrando una falta de responsabilidad profesional y respeto por la individualidad, invisibilizando la diversidad de cuerpos, las necesidades y gustos de cada persona.
Además, fomentan una visión reduccionista de un tema que es inherentemente complejo, ignorando factores esenciales como la calidad nutricional, el contexto cultural y emocional, y el equilibrio integral.
Las herramientas del marketing responsable, fundamentadas en principios de salud, deben permitir diseñar campañas que sean fieles al mensaje científico, emocionalmente inteligentes y realmente útiles para el público. Diseñar campañas que no solo informan, sino que educan sin distorsionar la realidad, inspiren y generen confianza.
Porque comunicar salud es una responsabilidad. Y hacerlo bien puede marcar la diferencia entre una campaña atractiva y una campaña que transforma. Hacerlo bien significa no solo construir confianza, sino también inspirar hábitos saludables que contribuyan al bienestar integral a largo plazo.
La salud se construye día a día a través de decisiones y comportamientos sostenibles. Una comunicación efectiva puede guiar ésos procesos, ayudando a que las personas adopten rutinas que favorezcan su calidad de vida, en lugar de fomentar confusión o conductas rígidas y dañinas.
Por eso, una campaña bien diseñada no solo es atractiva; es transformadora. Marca la diferencia entre alimentar mitos y promover hábitos conscientes que mejoran la salud real.
En la comunicación nutricional, la calidad del mensaje puede ser tan poderosa como la calidad de los alimentos que promovemos.
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